7.2.08

My name is



-Pero pasa que ustedes tienen nombres más cortos, la gente se los acuerda más. En cambio el mío, qué sé yo. Richard, Richard. Aparte medio que suena a trabalenguas, no es ni fácil de decir cuando le agregás el apellido. Por eso lo estuve pensando, me quemé la cabeza toda la noche, ni les digo. Díganme si no suena bien: John, Paul, George y “Ringo”. Yo quiero que me digan Ringo.

-¿Ringo? Pregunta John, con una mueca de desconfianza.

-Parece el nombre de una galletita de chocolate, hermano. –Dice Paul. –mirá: “Mozo, tráigame un café con tres ringos.”

-Bueno flaco, pero al final a ustedes nada les viene bien. Le pueden poner a un tema “Sally la Lunga” y yo no me puedo llamar Ringo.

George, desde su silla, está atento a la situación, pero no opina. Hombre de pocas palabras, esta vez no es la excepción. Se limita a esperar el desenlace.

-Además, mírenme las manos. ¡Llenas de anillos, las tengo! Mejor apodo que Ringo no puedo tener. –Continúa Richard.

-Si te dedicaras a ensayar un poco más “Love me do” en vez de andar comprándote anillitos, por ahí nos iría mejor. –Dice Paul, ya un poco harto del capricho del baterista. Se sabe que los bateristas son vuelteros, piensa, pero este ya se pasa. Con el anterior teníamos lugar donde ensayar gratis, y no se quejaba de llamarse Pete.

-Miren. –insiste Richard- Si un día ustedes quieren cambiarse los nombres, yo no les voy a decir nada. Pero si me sigo llamando así nadie se va a acordar de mí. En cambio Ringo, es como que tiene más onda, no sé. Más pegadizo.

-En eso tiene razón. Más pegadizo es seguro.- Sorprende George, que aún continúa en la silla, inmóvil. Apenas mueve sus labios para hablar.

Silencio de cementerio. A lo lejos un canillita grita las noticias de la tarde, la reina nombró caballero a un fulano.

-Bueh, después lo vemos, negro. –Dice Paul, que se había levantado del sillón para fumar- Sigamos ensayando, no me termina de salir el estribillo de There’s a place y mañana The Cavern otra vez.

Richard también se levanta, un tanto ofuscado. “Con estos tres me parece que no llego a ningún lado”, piensa.

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