11.1.08

Piolín de Macramé: Acidez e incisión en su punto justo

El gran Florencio Escardó, también conocido como Piolín de Macramé, escribió estas líneas hace ya algunos años (unos 35 aproximadamente). Decir que sigue vigente me hace sentir como esos señores que dicen lo mismo del tango Cambalache, o los monólogos de Tato Bores, mientras repeinan su mostacho poblado. 
Me limito a poner el texto como humilde reconocimiento a su genial obra.


Los Perros
El hombre es el mejor amigo del perro. Esa amistad nace de la gratitud. Después de la mujer el perro es el único animal que ha conseguido domesticar al hombre y obtener todo de él sin pedirle nada. Le damos nombre, casa y comida. Como a nuestra esposa. Sin la obligatoriedad de una suegra. Lo llevamos sistemáticamente a dar una vuelta a la manzana. Y lo entrenamos a hacer pipi. Como a nuestros hijos. Sin que nos atormente el complejo de Edipo.

Las hazañas de nuestro perro nos enorgullecen. Y las contamos apenas nos dan pie. Obligándonos caballerescamente a escuchar las del perro del interlocutor. Si procedemos de igual manera con las de nuestro hijo, dicen que estamos bobos. Hay una fratia quinófila. Que une más que el amor a la patria. Y que la bronca al impuesto a los réditos. Los presidentes deberían asistir a las exposiciones caninas, que son exposiciones rurales sin imperialismo.


También existen los quinofobos. Se dividen en dos especies. Los que dicen que de chico los mordió un perro. Lo que no es verdad. Y los que dicen "A mí me gustan los gatos". Como si alguien dijese " A mí me gustan las mujeres" para no sentirse homosexual. Los gatófilos son los antisemitas de los perros.


El perro espeja la ambivalencia del ser humano. Se llama ambivalencia a tener dos caras. Como las monedas. Y las amigas de la esposa. Pero en científico. La ambivalencia es el guante del subconsciente. Porque el revés del guante se pone sobre el derecho de la mano. El subconsciente es el altillo del alma. El altillo es un sótano en el techo. (Observo que me he vuelto ambivalente.) Decimos que el perro es cariñoso y amable. Y de un tipo severo que es un perro. Nos alegra que el perro nos haga fiestas. Moviendo la cola. Que es la sonrisa del perro. Pero se la cortamos obligándolo a una sonrisa rabona. Y cuando alguien rezonga aseguramos que está de un humor de perros. Nos encanta la mirada cordial del perro. Y para rechazar a alguien le ponemos cara de perro. Es lógico que el perro no entienda al hombre. Ya que el hombre no se entiende con el perro que lleva en sí. Por algo cínico signifca perruno . Y una fidelidad perruna es todo lo contrario de una fidelidad cínica.


El perro se llama perro en la vida diaria. Si accede a la crónica policial se denomina can. Lo distinguido es llamarlo por la raza: tengo un boxer, un coker spaniel, un gran danés. Y conocer a fondo el árbol genealógico del animal. Único en el que no se orina. Gracias a ello el poseedor sabe de su perro lo que no sabe de sí mismo: quiénes fueron sus bisabuelos. Es una forma democrática de ingresar en el almanaque Gotha. Se llama almanaque Gotha al ¡Quién es quién? de la nobleza. Y nobleza a la que está en el almanaque Gotha. Que es el studbook de la sangre azul.


De vez en cuando los sanitaristas (deberiían llamarse sanitarios, pero ello ofende a la porcelana) hacen campañas contra la rabia. Es decir, contra los perros. Que son los chivos emisarios de la rabia. nadie vacuna a los gatos atorrantes. Ni a los murciélagos. Se llama murciélago a un animal del tercer mundo. Es un ratón disfrazado de cura. Que tiene un radar personal. Para que nadie lo vacune contra la rabia. A pesar de que la conserva, padece y trasmite. Pero sólo la canina pone a las autoridades sanitarias de un humor de perros.

5 comentarios:

  1. Gracias Martin por rescatar este interesante y genial articulo!
    Virginia

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  2. De nada... orgulloso de vestir la camiseta de piolin.

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  3. Buscando y rebuscando en la web algunos Oh de el admirado Florencio Escardó llegué a tu blog.
    No tengo más que agradecerte la sonrisa matutina que provocó este artículo.
    ¡Que lástima que es tan difícil encontrar versiones digitales de los Oh!
    Te saluda cordialmente
    Rorry

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  4. Anónimo:
    Táh, ¡pobrike bestiaplanẽte!

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  5. Gracias por la publicación. Hacía muchos años que no leía algo de Piolín de Macramé. Es genial.

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